Para los clubes, los estadios no son un simple rejunte de tribunas, sino un sinónimo de independencia. La ubicación y la historia de los mismos hacen que cada club se sienta identificado con la obra realizada. Sí; porque estos lugares son casas donde se viven momentos que quedan grabados en la memoria. En el fútbol tucumano, Atlético fue el pionero en esta materia. El 21 de mayo de 1922, el “decano” inauguró su estadio en la intersección de 25 de Mayo y Chile, siendo la inspiración de los demás clubes de la provincia. Frente a tal avance, San Martín no quiso quedarse atrás y el 6 de julio de 1924 inauguró la primera Ciudadela. Un estadio que hoy cumpliría 100 años y que marcó un hito para el “santo”. Pero, ¿cómo se gestó la creación de aquella cancha?
La primera cancha de San Martín solo contaba con dos arcos y líneas de cal. El experimento se ubicaba entre las calles Rondeau, Bolívar, pasaje Hungría, Ayacucho y Chacabuco, sitio que era conocido como la “plaza de los burros” debido a la presencia de estos animales en la zona. Luego, se construyó el Hospital “Nicolás Avellaneda” que fue trasladado a Villa Urquiza y, hoy, funciona el Hospital del Niño Jesús.
Los avances en la organización del club obligaron a San Martín a tener que cambiar de sede. Primero, el club optó por utilizar las instalaciones del gimnasio “Roque Sáenz Peña” (actual cancha del club Central Córdoba), también pasó por el viejo gimnasio “Sport” ubicado en la intersección entre calles Laprida y Avenida Sarmiento. La particularidad de la última cancha fue que no contaba con cerca olímpica por lo que el público se reunía en torno al cuadrilátero que era el campo de juego.
El sueño del primer estadio propio empezó a tomar color en 1921. En septiembre, los dirigentes de San Martín anunciaron que estaban en la búsqueda de un terreno para construir un estadio. Según detallan los diarios de la época, la CD había visto con buenos ojos una manzana ubicada en el sudoeste de la ciudad que contaba con fácil acceso para los hinchas. “El ingeniero Mario Bron presenta el proyecto a la asamblea sobre esta posibilidad que es muy bien recibida por los socios y le dan el visto bueno. Pero no era para nada fácil. San Martín era un club modesto”, comentó Martín Berta, historiador del club. Claro; el “santo” tenia un problema central para llevar a cabo la obra: no contaba con los recursos ni los medios para conseguirlo.
El socio Juan Marchetti presentó un proyecto en pos de recaudar fondos. La idea era sencilla: adquirir un terreno chico, habilitar una cancha de básquet, poner un letrero con el nombre del club para dar la sensación de la existencia de la entidad y, por último, organizar una rifa abierta al público. La medida fue aprobada de manera unánime y se compró un terreno ubicado en la calle Congreso al 700 a un valor de $1.600. Pero, los planes no salieron como lo esperado y el club perdió dinero por la operación.
La mala experiencia no apagó la llama de contar con un estadio propio. La manzana de Bolívar, Alberdi, Rondeau y La Rioja apareció como una opción seductora para el club. La ubicación era estratégica para el club: no solo por la identificación con las raíces, sino porque estaba a una cuadra de dos líneas de tranvías. Pero, el costo del terreno era de $50.000, un valor exorbitante para las arcas de San Martín.
Guillermo Millán, ex dirigente, comenzó las gestiones con José Luis Aráoz, dueño del terreno, que residía en Buenos Aires. El socio de San Martín era su representante en Tucumán por lo que mantenía cierto vínculo que facilitó la operación. Araoz, en tanto, viajaba de manera frecuente a Tucumán para visitar el chalet que se ubicaba en Bolívar y Alberdi, al frente de la cancha.
Las conversaciones fueron un éxito total al punto de que San Martín obtuvo una considerable rebaja y la operación se ejecutó en $30.000 ($10.000 de contado y el saldo restante con un año de plazo). Pero, al no tener caja ni ingresos formales por partido, ¿de dónde salió el dinero para costear el estadio?
Este panorama provocó que los dirigentes se vieran en la obligación de recurrir al gobierno provincial de Octaviano Vera para obtener un subsidio que cubra la cuota inicial. Las mismas fueron un éxito: el gobierno brindó un préstamo de $10.000, se hizo la escritura correspondiente y el campo empezó a ser utilizado por San Martín.
Como dato curioso, la escritura no estuvo a nombre del club, sino del presidente de la Federación Tucumana de Football, Percy Hill. Aráoz no quería realizar la operación con un club deportivo por lo que el ex dirigente y presidente honorario de San Martín prestó el nombre para llevar a cabo la compra.
Un año más tarde se abonó el saldo pendiente: el gobierno volvió a donar $10.000 y Hill facilitó el dinero restante a modo de préstamo. Así la deuda quedó saldada y el terreno fue posesión definitiva de San Martín. Aunque para no entrar en mayores gastos el terreno siguió figurando a nombre de Hill.
Las obras del estadio no tardaron en llegar y estuvieron a cargo de José Pellacio. Así empezó a construirse un cerco de cemento empotrado en fierros doble T (280 metros) y tribunas populares sobre los costados norte y sur. El chalet, en tanto, recibió una renovación total. Allí se ubicaron los vestuarios, la sala de gimnasia, un buffet, los baños y la residencia del cuidador. También tuvo cielo raso de yeso y mosaicos. Todo esto significaba un costo de $17.000, pero no eran las únicas construcciones a realizar. Al tener un espíritu polideportivo, San Martín construyó una pista de ciclismo (fracasó porque era demasiado estrecha), canchas de tenis, una cancha de básquet y hasta se pensó en realizar un espacio para el desarrollo del cricket. Así los costos se elevaron a alrededor de $45.000.
Bernardo Messina, fundador de River y participante de la construcción de las canchas del “millonario”, fue uno de los participantes de la construcción del primer estadio. El "santo" lo había invitado a trasladarse a Tucumán para planear la construcción de las tribunas y el ingeniero aceptó la invitación debido a la relación que mantenían ambos clubes. “La relación comienza en 1920, cuando River visitó la provincia por primera vez. En esa ocasión jugaron amistosos con San Martín y San Pablo. Mario Bron recibe a la delegación de River en su casa y los invita a comer. Por eso es que se forma un vínculo cordial que se comunicaban por medio de telegramas. Había muy buena camaradería entre los dos clubes”, profundiza Berta.
Según Messina, la primera Ciudadela tenía una buena localización y opinaba que podía llegar a ser uno de los mejores estadios del país. También aseguraba que la tribuna oficial estaría terminada para fin de año. La misma era de 40 metros con 28 escalones, lo que daba una capacidad entre 3.500 y 4.000 personas. En la planta baja estarían los baños y la entrada al club efectuaba por la calle Bolívar; mientras que las boleterías estaban en la intersección con La Rioja.
También había un jardín con tres árboles centrales: un tarco, una piptadenia cebil y una morera. Los mismos estaban revestidos con plantas orquidáceas y rodeadas por bancos de cemento armado.
La inauguración de la primera Ciudadela
Tras varios meses de trabajo, el campo de juego se inauguró el 6 de julio de 1924. La habilitación no había sido completa, pero sí en gran parte. El campo de fútbol cercado con tela metálica de 1.20 metros, una pista para las pruebas de los ciclistas, cien metros de tribuna popular con 10 gradas, la tribuna oficial provisoria con capacidad para 2.000 personas y el chalet social fueron habilitados para el usufructo de los allegados.
Los invitados eran River Plate, que visitó la provincia por tercera vez, y Peñarol de Uruguay. Sin embargo, los “manyas” pospusieron la visita a Tucumán un par de años más tarde. “River fue el que hizo las gestiones para generar el contacto con Peñarol, que vendría en agosto de 1923”, dijo Berta.
La delegación del “millonario” arribó a Tucumán en la mañana del 5 de julio por el Central Argentino, donde fueron recibidos por las autoridades de San Martín y numerosos aficionados distribuidos en los andenes de la Estación. Luego de ello, el plantel profesional se hospedó en el Plaza Hotel. “Por tercera vez vengo a Tucumán y con muchísimo gusto. Tengo muchos amigos a quienes deseo abrazar una vez más. Conservo de los deportistas tucumanos los mejores recuerdos y me siento feliz de nuevo. En cuanto a mi equipo, puedo asegurar que haremos un buen juego. Posee, sobre todo, una defensa excelente, muy difícil de vencer, y en cuanto al ataque es rápido y sabe aprovechar las oportunidades”, decía Roberto Taramasso, capitán del “millonario”, en una entrevista con el diario El Orden.
Por aquellos años, River era uno de los equipos más grandes del país, contaba con más de 6.000 socios y estaba presidido por José Bacigaluppi, que estuvo presente en la presentación. El partido se jugó, a las 16.10, después de las pruebas de atletismo y ciclismo.
Según las crónicas de la época, San Martín mostró demasiados errores en el juego que permitieron que River logre un triunfo cómodo por 1-0 con gol de Pascual Licciardi. “No tuvo necesidad de emplearse a fondo ni de recurrir a mayores actividades para obtener el triunfo. Sin embargo, no se mostró como el team poderoso y homogéneo que conocimos en años anteriores”, explica la crónica de LA GACETA del 8 de julio de 1924.
A las 18.30, se realizó un agasajo en el chalet con motivo de la inauguración del estadio; mientras que a la noche, en el teatro Odeón (actual teatro San Martín), la compañía Gómez realizó una función en honor a la delegación de River en la que interpretaron la obra “Vivir quiero conmigo” de Roberto Jorge Payró. El lunes 8 visitaron los talleres del Ferrocarril de Tafí Viejo y, al día siguiente, tendrían un paseo por la Quebrada de Lules. También, en dicha visita, el plantel visitó la Casa Histórica y se colocó una placa del club para reivindicar la Independencia Argentina.
Más allá de ello, la inauguración de la primera Ciudadela marcó un hito para la provincia. Pero, abre un paragua de dudas: ¿Por qué se cambió la ubicación? ¿Cuándo y a cuánto se vendió el terreno? ¿Qué pasó con los materiales que se emplearon en dicho estadio? ¿Qué hubiese pasado si San Martín continuaba en ese sitio? Todas dudas que se fueron despejando con el tiempo y que darán lugar a una segunda parte de la evolución del estadio del “santo”.
(Colaboración periodística: Martín Berta).